La ciencia
confirma que la alegría depende en gran medida de cada uno. Perdonar a otros y
a sí mismo, cultivar buenas relaciones con empatía y aprender a ser agradecido
son conductas que los padres pueden enseñar a sus hijos para ayudarlos a
conseguir la felicidad.
Pamela
Aravena Bolívar, El Mercurio
¿El
dinero hace la felicidad? ¿Ser alegres es un golpe de suerte? ¿Nacimos
predispuestos al optimismo o al pesimismo? ¿Podemos ser felices porque
queremos?
Desde
hace más de 20 años, Sonja Lyubomirsky, doctora en Psicología Social de la
Universidad de Stanford, académica de la U. de California y autora del libro
"La Ciencia de la Felicidad", ha estudiado científicamente en qué
consiste y cómo desarrollarla.
Y
sus hallazgos son sorprendentes: la mitad de la felicidad de una persona
depende de la genética, y sólo el 10% de las circunstancias, como el dinero, la
salud, la belleza, el lugar donde vivimos o las cosas que tenemos, un
descubrimiento que echa por tierra varios mitos.
Y aquí viene el siguiente gran hallazgo: el 40% depende de lo que nosotros podemos hacer activa y voluntariamente para incrementar nuestra alegría. En definitiva, para la investigadora, sí se puede aprender a ser feliz.
La
Psicología Positiva, de la que Lyubomirsky es una de sus líderes, promueve
enseñar a los niños el optimismo y la alegría. "Los chicos absorben como
esponjas el clima emocional que pueda expresarse en el hogar", asegura en
sus columnas María Laura Cortés, psicóloga y coach argentina. "Si les mostramos
con el ejemplo que alimentamos las emociones positivas, a medida que se vayan
desarrollando, crecerán fortaleciéndose y dejando de ser propensos a
experimentar emociones negativas, y serán ellos generadores de climas
emocionales positivos y optimistas".
Los Pasos para ser
Feliz
En
Chile, la psicóloga clínica, diplomada en Psicología Positiva y autora del
sitio www.sanarte.cl, Mónica López Hernando, realiza talleres en colegios
justamente para enseñar a los padres cómo llevar a sus hijos hacia la
felicidad.
"La
ciencia ha demostrado que las personas más felices tienden a ser más
conscientes de la responsabilidad que tienen sobre su propia felicidad, se
conocen bien a sí mismas en sus fortalezas y dificultades, y saben aproximarse
a experiencias que pueden brindarles mayor satisfacción cuando notan que no se
están sintiendo bien o que algo las está afectando".
En
general, según la psicóloga, muchos estudios han demostrado que cultivar los
lazos afectivos (familia, amistades, pareja), realizar actividades
significativas y generosas, hacer deporte, acercarse a la espiritualidad,
practicar meditación, resaltar la gratitud en la vida y mantener una actitud
optimista, entre otras, ayudan a incrementar el nivel de felicidad, y eso puede
aprenderse y trabajarse día a día.
Pero
¿qué consejos son los más relevantes a la hora de educar a los hijos en la
alegría? "Es importante enseñarles a perdonar a otros y a sí mismos; el
valor de cultivar buenas relaciones con empatía, solidaridad y confianza.
También,
poder generar proyectos de vida con sentido, transmitiéndoles el valor de los
sueños y que más allá de los resultados deben disfrutar del proceso, por
ejemplo, premiando más el esfuerzo y la perseverancia que el cumplimiento de un
objetivo".
En
la práctica, la gratitud es otro valor que les ayuda mucho a apreciar más lo
que tienen en la vida. "Pueden empezar a practicar con un ejercicio muy
simple", asegura Mónica López.
"Cada
noche, antes de dormir, hay que compartir un momento familiar donde todos
expresen cuáles fueron las tres mejores cosas de su día, desde comer algo rico,
disfrutar de las hojitas de colores que nos regala el otoño o haber jugado con
su mejor amigo".
Hoy
los padres, según López, pueden seguir guías concretas y prácticas para poder
entregarles a sus hijos herramientas que les permitan llevar una vida más
satisfactoria, teniendo relaciones más saludables con otros, espacios de
autocuidado donde puedan desarrollar sus intereses y fortalezas, y maneras para
sobrellevar de mejor modo las adversidades, sintiéndose afortunados por la vida
que están construyendo.
Lazos de Familia,
Factor de Felicidad
La
protección que entregan los padres a sus hijos es también un factor importante
de bienestar.
El
último estudio de la Unicef que mide el nivel de la felicidad de los niños en
países industrializados, hecho en 2011 en Reino Unido, Suecia y España,
concluye que los chicos hispanos viven con mayor alegría que en el país de la
reina Isabel II. La explicación está en los lazos afectivos.
"La
familia como agente vivo en la sociedad está claramente más extendida en España
que en el Reino Unido", dice Unicef.
A
lo que añade: "En España, la familia sigue siendo una prioridad, y éste es
un sentimiento fuerte y compartido por todos los estratos sociales. Mientras
que un inglés trata desesperadamente de dedicarles cierto tiempo a sus hijos,
para una madre española ese rato del día es innegociable".
Y
los pequeños de España valoran esa estabilidad que les dan sus padres, pero
también los claros roles de apoyo que cumplen tíos o abuelos, en caso de
ausencia de los anteriores.
Una
situación diametralmente opuesta a la que ocurre en el Reino Unido, donde los
progenitores, según Unicef, tratan de compensar la falta de tiempo con sus
hijos con recompensas en forma de bienes materiales. Esos mismos bienes, que,
según los estudios de Sonja Lyubomirsky, sólo explican el 10% de la felicidad
de las personas.
De
hecho, los niños más pequeños muchas veces sienten que su bienestar depende de
sus padres o de quienes los rodean, y les entregan a ellos la responsabilidad
de su entretención, así como las decisiones de a dónde van o con quién se
juntan, entre otros temas.
"Pero
poco a poco podemos ayudarlos a conocerse a sí mismos, y así se darán cuenta de
qué disfrutan y de qué no, cuáles son sus fortalezas y debilidades, el valor de
aceptarse a sí mismos y a otros, de quererse, sentirse agradecidos por lo que
viven cada día, apreciar las pequeñas cosas, la naturaleza, un besito y un
abrazo, decir te quiero, detalles simples que hacen grandes diferencias y nos
ayudan a valorar lo que tenemos", añade Unicef.
Asimismo,
los padres pueden enseñarles a resolver sus dificultades y sentirse competentes
en sus propios desafíos, así como a fomentar el humor, el juego y la risa,
darles espacios para equivocarse y para que toleren sus frustraciones.
Hay
que pensar que los chicos están más preparados para ser felices de lo que pensamos.
De hecho, el Laboratorio del Cerebro y Desarrollo de la Universidad Leiden, en
Holanda, en trabajos realizados con scanner, mostró que el cerebro de niños de
8 y 9 años reacciona fuertemente a los comentarios positivos, y, en cambio, se
resiste a los negativos.
Está
claro que sacar lo mejor de los más pequeños no es tarea difícil, depende de la
buena voluntad de sus padres.
Y
mientras antes empiecen a enseñarles a practicar las habilidades para el camino
a la felicidad, más simple les resultará a los niños apreciar lo que tienen,
cultivar relaciones saludables, fomentar una buena calidad de vida y aumentar
para siempre su capacidad de buscar el bienestar.
Según
estudios científicos, los niños reaccionan fuertemente a los comentarios
positivos, y, en cambio, se resisten a los negativos.
Chicos Alegres y
Memoriosos
El
afecto familiar no sólo hace pequeños más felices, sino también con mayor
capacidad para retener recuerdos y conocimiento.
A
fines de enero de este año, en un estudio realizado por psiquiatras y
neurocientíficos de la Universidad Washington de Saint Louis, se descubrió que
los niños criados con afecto tienen más grande el hipocampo, la zona del
cerebro encargada de la memoria y del aprendizaje, en comparación con chicos
que no reciben mucho cariño de parte de sus padres.
"Tener
un hipocampo casi un 10% más grande es una evidencia concreta del poderoso
efecto de la crianza", subrayó una de sus autoras, la psiquiatra Joan L.
Luby.
La
doctora abogó por fomentar, como sociedad, la crianza con amor y cuidado de los
niños, puesto que "claramente tiene un impacto muy grande en el desarrollo
posterior" de la persona.