Afecta su desarrollo. Cada vez son más los que
aceptan a niños de hasta 16 años en sus instalaciones, aunque con permiso
paterno. Los especialistas advierten que el entrenamiento debe ser
especialmente diseñado para ellos y siempre bajo supervisión.
Por
Margherita Cordano, El Mercurio.
No
es sorpresa que los gimnasios estén cada vez más llenos. Se acerca el verano y
crece la demanda entre ejecutivos, dueñas de casa y universitarios. Nadie
parece quedarse atrás... ni siquiera los más chicos.
"Llegan
niños desde los siete años, generalmente acompañando a los papás o a los
hermanos grandes", cuenta la recepcionista de la sucursal Peñalolén de los
gimnasios Energy.
"Yo, por ejemplo, trabajo con un grupo que parte desde los ocho años. Hacemos una hora de personal training, donde se corre, trota y juega con pelotas", dice Antonio Farías, entrenador en ese recinto.
Para
conseguir un cupo, los menores de 16 deben inscribirse junto a un adulto que
entregue su consentimiento.
La
misma política existe en cadenas como Sportlife. "Les pedimos que los
papás estén de acuerdo y antes de entrar los hacemos firmar un documento",
dice Marcela Salazar, de la sucursal San Carlos de Apoquindo.
Ahí
mismo cuentan que sólo aceptan personas que hayan cumplido 14 años y que antes
de los 18 se recomienda no participar de las rutinas de pesas, "aunque, si
quieren, pueden hacerlo".
Para
los especialistas, que se fomente el deporte es algo positivo, pero advierten
que la práctica en gimnasios debe ser altamente supervisada cuando se trabaja
con niños y adolescentes.
"Especialmente
si se usan elementos de sobrecarga como elásticos, pesas y neumáticos",
explica Carlos Burgos, fisiólogo del ejercicio y director de MEDS.
"Si
tienes un niño de 10 años y lo haces jugar con unas mancuernas de 500 gramos o
un kilo, eso es sobrecarga. A nivel colectivo se tiene la idea de que lo
prohibido son las barras o los discos, pero va más allá de eso", aclara.
En
el caso de Chile, advierte, la mayoría de los gimnasios no están adaptados para
entrenar niños. "En general, se trabaja con la política de vender
equipamiento y no servicios, lo que hace que el número de profesores sea muy
bajo".
Lo
preocupante, entonces, es que los niños en desarrollo queden a la deriva en su
rutina de ejercicios.
"Y
en estos casos lo que más se requiere es un trabajo individualizado y una
supervisión continua", dice Jorge Molina, director de la carrera de
Kinesiología de la Facultad de Medicina UDD-Clínica Alemana.
"Se
producen choques, porque los gimnasios suelen asociarse a conceptos de mayor
libertad. Es complicado, por ejemplo, cuando un adolescente mira para al lado y
ve a otros haciendo lo que él no puede. Si su criterio no está formado, lo más
probable es que quiera hacer ese ejercicio sin saber si es algo que le
conviene", explica.
La
práctica sin supervisión puede producir desgarros, distensiones y molestias a
la columna. En exceso, los ejercicios de fuerza pueden afectar el desarrollo de
músculos y huesos.
Todos Juntos
Hasta
los 17 años, indican los expertos, lo recomendable es realizar deportes
colectivos o donde se pueda fácilmente regular la intensidad; bicicleta, baile
o natación son recomendables.
"Si
estas son las cosas que se hacen en los gimnasios, bienvenidas sean. Ahora, es
importante cuidar que esa bicicleta destinada a los niños no esté al lado de la
máquina de pesas", advierte Molina.
"Muchos
se asustan porque escuchan que el deporte deja chico a los niños, y eso nunca
ha sido demostrado. No hay problemas en dejarlos correr, inscribirlos en
equipos y dejar que experimenten en clases con más gente. Nada de eso supone
una carga importante", explica el kinesiólogo.
Por
lo mismo, si la familia entera está inscrita en un gimnasio y no se quiere
dejar a los niños fuera, la sugerencia es inscribirlos en clases colectivas
-baile, yoga para niños, spinning para adolescentes- donde exista la
posibilidad de avanzar al propio ritmo.
Consultados
por "El Mercurio", las cadenas Energy, Sportlife y Pacific Fitness
dijeron tener esta opción siempre abierta.
Sólo para Ellos
El
año 2011, B-Active abrió sus puertas y se convirtió en el primer gimnasio en
Chile pensado especialmente en los niños.
Además
de trabajar el concepto de talleres (acro-circo o taekwondo, por ejemplo), el
recinto cuenta con máquinas como "trotadoras, bicicletas pequeñas y
máquinas de fuerza especialmente diseñadas en Italia.
Tienen
colores fuertes y un diseño ergonómico ajustado a las características de los
más chicos", cuenta Raúl Urbina, profesor de educación física y director
técnico del gimnasio ubicado en Lo Barnechea.
Según
cuenta, aceptan niños desde los tres meses hasta los 13 años, quienes
generalmente llegan "para acceder a una estimulación temprana y mejorar
torpezas motrices. El sedentarismo y la obesidad infantil también son
factores".