Trabajo educativo con las familias. Las actividades
cotidianas son una fuente de estimulación de los cerebros infantiles y una
oportunidad de enseñanza positiva.
Por
Pamela Elgueda, El Mercurio.
En
Chile, el 26,1% de los niños entre 0 y 3 años asiste a un centro preescolar,
según datos de la Casen 2011.
Y
eso ocurre porque sus padres sienten que "nadie lo va a cuidar como su
mamá" o "en ningún lugar estará mejor que en su casa", según la
misma encuesta.
Una
cifra que inquieta dados los numerosos estudios neurocientíficos que hablan del
potencial enorme de desarrollo que tiene el cerebro de los preescolares, el que
necesita ser cultivado, y como esa estimulación favorece el desempeño escolar y
el desarrollo integral de los niños.
"Hasta los dos años está bien que los niños estén en su casa, con su mamá. Pero es importante que, en ese caso, los papás hagan lo que llamamos una crianza intencionada", dice Leonor Isaza, psicóloga colombiana, magíster en desarrollo educativo y social, quien estuvo en Chile para participar en el III Seminario Internacional de Primera Infancia organizado por la Fundación Integra.
"Eso
no significa que la familia le enseñe a leer y a escribir, sino que cuando
jueguen con el niño sepan que él se está desarrollando con eso y que cuando
salen a comprar es mejor llevarlo que dejarlo encerrado en la casa",
agrega esta especialista en currículum de formación de familias.
Las
actividades cotidianas, agrega, son una fuente inagotable para la exploración,
la observación y el lenguaje de los más chicos. Eso y el buen trato.
Por
eso es que en Colombia están comenzando a aplicar una estrategia nacional
llamada "De cero a siempre", que incluye apoyar a las familias para
que puedan cultivar una crianza sin maltrato y que fomente el desarrollo de sus
hijos.
Fortalezas
Leonor
Isaza compartió con profesionales de Fundación Integra su experiencia en dar
educación familiar a padres que no envían a sus hijos a centros de enseñanza
preescolar.
"Hay
distintas razones para que no lo hagan, desde la coberturas hasta el
aislamiento, como también porque tienen muy arraigada la idea de que los niños
están mejor en su casa".
De
ahí que la estrategia desarrollada sea la de ir donde están esas familias e
invitarlas a talleres para padres.
Estos
son dictados por profesionales que viajan acompañados de un auxiliar, quien se
preocupa de cuidar a los niños mientras sus progenitores asisten a estas
charlas.
"La
idea es que no sean clases donde el educador es el que sabe y la familia la que
oye, sino algo participativo, que tenga que ver con el contexto de las familias
y que aprecie sus capacidades y fortalezas, y no las mire sólo desde sus
debilidades", dice la especialista en desarrollo infantil.
Esa
conversación, además, gira en torno a lo que pueden hacer para enfrentar las
situaciones familiares que les provocan más estrés, como las
"pataletas", además de aquellas actividades que ayudan al desarrollo
cognitivo de los niños.
"Puede
que la mamá no pueda leerles, pero sí podrá contarle historias, cantarles,
conversar con ellos y así ayudarlos a desarrollar su lenguaje. Y, probablemente,
si los padres toman conciencia de la importancia de esta estimulación, querrán
que sus hijos vayan a un centro preescolar", concluye Leonor Isaza.