Ayuda a la reflexión y a la conexión.
Por
Neva Milicic, sicóloga
Los
adultos dedican mucho tiempo a enseñar a hablar a los niños y a comunicarse por
medio del lenguaje. En este importante desafío educativo, a veces se nos olvida
que el silencio es también un poderoso medio de comunicación.
Quien
es capaz de guardar silencio, sabrá escuchar bien a los demás y tendrá una
buena capacidad de reflexión y de conexión consigo mismo.
Enseñar
el valor del silencio a los niños es fundamental para tener una buena
comunicación afectiva y entender el contexto.
Cuando se observa en silencio la naturaleza, se favorece el lenguaje de los sentidos y se perciben aspectos de la realidad que, de otro modo, podrían pasar inadvertidos.
Benito,
un preescolar de cinco años, después de mirar una puesta de sol en silencio,
comentó: "Nunca una puesta de sol me había parecido tan linda". El
mandato de quedarse en silencio había sido propuesto por el padre como un
juego.
Desde
ese día, Benito esperaba con ansias la puesta del sol, a la que llamaba la hora
del silencio, a pesar de que era un niño a quien describían en el colegio como
inquieto.
Hay
muchos tipos de silencio: algunos que implican respeto o admiración; otros,
complicidad; en otros se busca una actitud de relajación, y en la mayoría hay
un aumento de la conexión consigo mismo.
Saber
callar y guardar silencio es una virtud que puede aprenderse y desarrollarse.
Por
supuesto que hay también silencios que implican agresividad. Son los silencios
que matan.
Una
adolescente comentó acerca de la forma en que sus padres manejaban la crisis
matrimonial: "Odio pasar los fines de semana en mi casa, en que el
silencio se puede cortar con un cuchillo".
El
silencio es positivo cuando en el lenguaje no verbal se expresa cariño y
ternura, y es la expresión de un encuentro profundo que no necesita palabras.
El
silencio es una oportunidad para escuchar al otro sin interrupciones y de
comunicarnos en forma empática.
Si
usted acostumbra a utilizar el silencio como una forma activa de escuchar, sin
duda mejorará el vínculo con sus hijos, y por sobre todo, les entregará un
modelo de saber escuchar.
Una
de las características más notables de las personas empáticas, es saber
escuchar.
Utilizar
el silencio como una forma de comunicación y de interés es un aprendizaje para
las relaciones interpersonales. Un buen elogio para un niño es decirle:
"Qué bien sabes escuchar".