Intervención en el Liceo Municipal de Río Claro, en
la región del Biobío. En poco más de un año, Óscar Riffo ayudó a reducir en 12%
(de 18% a 6%) el número de estudiantes con kilos de más. Aquí cuenta cómo lo
hizo.
Por
Paula Leighton N., El Mercurio.
"Es
bien simple y casi dramático". Así describe Óscar Riffo el origen de una
cruzada que inició a principios de 2011, cuando asumió como inspector del Liceo
Municipal C 77 de Río Claro, en Yumbel.
No
fue que se tratara de un liceo altamente vulnerable lo que más llamó su
atención. La disciplina tampoco era un problema.
Su
primera impresión, dice, fue que entre los cerca de 300 alumnos de kínder a
cuarto medio "había una cantidad enorme de chiquillos gordos".
Profesor de biología, padre de una nutricionista y conocedor de que para él mismo "es un drama espantoso bajar los kilos de más", Óscar se propuso hacer algo por sus nuevos alumnos.
La
idea fue reducir el sobrepeso de los estudiantes a través de una intervención
con toda la comunidad escolar.
Un
plan cuyos logros en los últimos meses se han traducido en alianzas con
profesionales de la salud, premios para su liceo y seminarios comunales y
provinciales para compartir la experiencia con otros profesores.
Cambio de Hábitos
Óscar
cuenta que con su formación en el área científica e inspirado por el hombre que
contaba estrellas en "El Principito", su libro favorito, su primer
paso fue "llevar esta realidad a números para comparar y evaluar".
Midieron,
pesaron y calcularon el índice de masa corporal de todos los alumnos del liceo.
Conclusión: solo el 57% estaba en su peso normal. Del resto, 22% eran obesos,
18% tenían sobrepeso y 3% estaban bajo su peso.
Tras
la intervención, dice, "hoy el 70% de los alumnos está en su peso
adecuado". La obesidad se ha mantenido, pero el sobrepeso cayó a 6% y el
bajo peso a 2%.
Para
lograrlo, Óscar involucró a toda la comunidad. Una nutricionista del Centro de
Salud Familiar de Yumbel dictó talleres a los alumnos para que aprendieran a
leer el etiquetado de los alimentos y las apoderadas participaron en talleres
para aprender a hacer comidas saludables y baratas.
"Yo
era el catador. Era realmente rico y muy saludable lo que preparaban",
dice Óscar.
Además,
la comida chatarra se erradicó del quiosco y se introdujo la venta de jugos
naturales, que hacen furor en el recreo.
El
sobrepeso de los alumnos ya había empezado a caer. En diciembre pasado, la
iniciativa ganó la versión social del Premio Henri Nestlé.
Con
los $5 millones que recibieron compraron 13 máquinas de ejercicio para el
gimnasio, instalaron barras y pesas y compraron tres máquinas para ejercicios
al aire libre.
La
actividad física en el recreo se incentivó con un patio de juegos para los más
chicos y mesas de pimpón para los mayores. Además, implementaron talleres
deportivos y de baile entretenido y se aumentaron las horas de educación
física.
El
mensaje trascendió más allá del liceo. Con apoyo de profesores y profesionales
del Inacap, la U. de Concepción, Nestlé y la Seremi de Salud, se organizó un
seminario comunal y otro provincial sobre educación física, nutrición y salud
para profesores, parvularias y educadores de colegios de integración, cuenta
Óscar Riffo.
Ahora,
su objetivo es reducir la obesidad del liceo y demostrar que enfrentar el
problema es posible. "Esto es completamente replicable. Es cosa de
voluntad", concluye.
Pocos Recursos y Mucha Energía
"Él
demostró que con pocos recursos se puede hacer mucho, teniendo la convicción y
ganas de generar cambios de hábitos y promover estilos de vida saludable en
niños y sus familias", destaca Bernardita Varas, sustainability manager de
Nestlé, empresa que en 2011 premió la intervención de Óscar Riffo.
Para
Isabel López, directora del Liceo de Río Claro, el gran logro del inspector fue
"establecer una cultura de alimentación saludable entre toda la comunidad
escolar".
Orgullosa
de sus logros, agrega que en el resto del país "debería haber otros Óscar,
otros inspectores y directores que se suban al carro y tomen conciencia de que
el sobrepeso es un problema que hay que enfrentar".