No sabían leer y nunca habían asistido a clases. Iniciativa
"Un computador por niño" entregó tabletas a menores de una aldea
etíope. Nadie los capacitó. Tras cinco meses, ya las habían
"hackeado" sólo usando la intuición.
Por
Alexis Ibarra O.
En
las aldeas de las tierras altas de Etiopía, ni los niños ni sus padres saben
leer, ni siquiera saben distinguir las letras.
No
hay escuelas, porque tampoco hay profesores que puedan enseñarles. Acá nadie
sabe lo que es un computador o un celular. La consigna, más bien, es la
sobrevivencia.
Pero, ¿qué pasaría si esos niños repentinamente reciben una tableta cargada de aplicaciones educativas sin ninguna indicación y con la libertad para hacer con ellas lo que se les plazca?
Ese
fue el experimento que realizó la iniciativa "Un computador por niño"
(OLPC, por sus siglas en inglés), liderada por Nicholas Negroponte.
La
idea tras la experiencia era conocer si las tabletas pueden marcar una
diferencia en el proceso de lecto-escritura sin la intervención de profesores
ni de una estructura formal de clases.
En
la experiencia participaron una veintena de niños que viven en aldeas muy
apartadas de las grandes urbes.
"Una
está a 3.500 metros de altura y su principal actividad es el cultivo de la
papa. La otra está en el Gran Valle del Riff y es muy, muy seca, polvorienta y
pobre. La gente pasa gran parte del día buscando agua", dice a "El
Mercurio", Matt Keller, vicepresidente de promoción mundial de OLPC y unos
de los líderes del proyecto.
¿Qué son esas Cajas?
"Dejamos
las cajas (con las tabletas) en las aldeas. Cerradas. Sin instrucciones, sin
presencia humana. Pensé que los niños iban a jugar con las cajas.
En
cuatro minutos, un niño no sólo abrió la caja sino que encontró el botón de
encendido", señala Nicholas Negroponte, líder de OLPC.
Cada
niño recibió una tableta Xoom (de Motorola) con aplicaciones en inglés.
"Personalmente
me reuní con el ministro de Educación de Etiopía para pedirle permiso para
trabajar en ese idioma y estaba encantado, porque el idioma de instrucción es
el inglés en las escuelas secundarias y las universidades etíopes", aclaró
Keller.
Las
tabletas traían un programa que registraba todo lo que los niños hacían con
ellas. "En cinco días ya estaban usando 47 aplicaciones. En cinco semanas
cantaban canciones sobre el abecedario", indicó Negroponte en la
conferencia Em Tech, realizada en el MIT.
A
los cinco meses los niños sabían tanto de su tableta que "hackearon"
Android, logrando habilitar la cámara que los técnicos habían deshabilitado.
Además, cada uno "enchuló" su equipo.
"La
tableta de cada uno tiene un aspecto diferente y eso que habíamos instalado un
software que impedía que eso sucediera", aclara Ed McNierney, jefe técnico
del proyecto.
Pero
sus logros van más allá de lo técnico. "Todos los niños aprendieron el
alfabeto inglés perfectamente. Comenzaron a relacionar letras con ciertos
sonidos que se producían al escribirlas y ya escriben algunas palabras",
dice Keller.
Además,
la tecnología ha permitido explotar habilidades blandas como el liderazgo o el
trabajo en equipo. "En la primera aldea había un niño que pensé que
tendría trastornos del desarrollo. Nunca nos miró a los ojos, ni dijo una
palabra. Me preocupaba que si le dábamos una tableta no fuera capaz de trabajar
con ella. Pero resultó que fue el primero en encontrar la manera de encenderla,
y cuando lo hizo, levantó las manos y gritó en amárico "¡Soy un
león!". Él se ha convertido en el "maestro" y es un verdadero
líder. Esto es, por lejos, lo más inspirador que he visto en mis cinco años en
OLPC", señaló Keller.