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Opinión: Nuevo Libro, “Jugar y Crecer”

"Es necesario jugar con los hijos, especialmente en esta época en la que desde muy pequeños están conectados a las pantallas por un tiempo excesivo".   

Por Neva Milicic, psicóloga.
 
Shakespeare planteó que la alegría evita mil males y prolonga la vida, lo cual ha sido confirmado por investigaciones actuales sobre los efectos de la felicidad en el bienestar subjetivo y en la salud.

Los gestos afectuosos a través del juego y del cuidado, por pequeños que sean, producen en los niños una enorme felicidad.

Caminar descalzo por una playa, jugar a las escondidas o perseguir un globo son instancias que les producen gran felicidad.

Especialmente cuando jugar ha sido un espacio compartido con los padres, lo cual queda archivado en la memoria emocional como uno de los recuerdos más entrañables.

Como planteaba Gloria Carranza, decana de Educación de la Universidad del Desarrollo, en la presentación del libro "Jugar y Crecer", que escribimos junto a Luz Pacheco y Pilar Álamos, "a través del juego se crea una base para el aprendizaje auténtico".

El niño aprende a interactuar, desarrolla el lenguaje, reconoce y resuelve problemas, reduce su agresividad, descubre su potencial humano y su autocontrol.

El juego ayuda a encontrarse y a encontrar un lugar en el mundo porque contribuye al desarrollo físico e intelectual. Se aprende a vivir en sociedad, a trabajar en equipo, a empatizar

Es necesario jugar con los hijos, especialmente en esta época en la que desde muy pequeños están tan conectados a las pantallas.

Todas las investigaciones muestran, tanto en Chile como en el extranjero, que los niños están un excesivo número de horas frente al televisor, al computador o juegos electrónicos.

Se ha perdido el valor del juego al aire libre y de aquellos que no se realizan solos, sino en relación con los otros.

Lamentablemente, muy pocos padres se hacen el espacio para llevar a los niños a los parques, preocupándose de mantener la posibilidad de que su hijo pueda jugar con otros niños, instancia fundamental para la convivencia social.

Las Naciones Unidas ratifica en el artículo 31 de la Convención para los Derechos del Niño, su derecho a jugar.

Es un espacio de alegría y libertad emocional donde al niño lo inunda una profunda sensación de bienestar, se torna optimista y se irrigan las zonas relacionadas con las emociones positivas.