La
Directora de Pastoral, Belén Lancellotti, invita a toda la familia Institutana
a participar de la tradicional procesión de “Corpus Christi”, que se realizará
este domingo 22 de junio, a las 15:30 horas, desde la Iglesia San Francisco de Alameda.
Una
delegación de nuestro Instituto se reunirá, a las 15:00 horas, en el frontis de
la Iglesia, para luego ir en peregrinación por las calles del centro de
Santiago, hasta la Catedral Metropolitana ubicada en la Plaza de Armas.
Estudiantes
del colegio fueron elegidos para escoltar el Santísimo Sacramento y, además,
Valeria Jara, alumna de 3° medio C, realizará la Segunda Lectura de la
Eucaristía, que será presidida por el Arzobispo de Santiago, Cardenal Ricardo
Ezzati.
Belén Lancellotti expresó que “Jesús, que camina en medio de nosotros, viene a bendecir nuestra ciudad, y viene a indicarnos que Él es el camino, la vida, el pan de vida entregado para que nosotros tengamos vida abundante”.
No faltemos y acompañemos a Jesús en su paso por la ciudad.
Corpus Christi:
El Señor esté Presente en Nuestra Vida
En
esta fiesta, la Iglesia revive el misterio del Jueves Santo a la luz de la
Resurrección. También en el Jueves Santo hay una procesión eucarística, con la
que la Iglesia repite el éxodo de Jesús del Cenáculo al Monte de los Olivos.
Jesús
entrega realmente su cuerpo y su sangre. Atravesando el umbral de la muerte, se
convierte en Pan vivo, auténtico maná, alimento inagotable por todos los
siglos.
La
carne se convierte en "pan de vida". En la fiesta del Corpus Christi,
reanudamos esta procesión, pero con la alegría de la Resurrección. El Señor ha
resucitado y nos precede.
Jesús
nos precede ante el Padre, sube a la altura de Dios y nos invita a seguirle. La
verdadera meta de nuestro camino es la comunión con Dios.
En
el sacramento de la Eucaristía el Señor se encuentra siempre en camino hacia el
mundo.
Este
aspecto universal de la presencia eucarística está presente en la procesión de
nuestra fiesta. Llevamos a Cristo, presente en la figura del pan, por las
calles de nuestra ciudad.
Encomendamos
estas calles, estas casas, nuestra vida cotidiana, a su bondad.
¡Que
nuestras calles sean calles de Jesús!
¡Que
nuestras casas sean casas para él y con él!
Que
en nuestra vida de cada día penetre su presencia.
Con
este gesto, ponemos ante sus ojos los sufrimientos de los enfermos, la soledad
de los jóvenes y de los ancianos, las tentaciones, los miedos, toda nuestra
vida.
La
procesión quiere ser una bendición grande y pública para nuestra ciudad: Cristo
es, en persona, la bendición divina para el mundo.
"Tomad
y comed... Bebed todos de él", no
se puede "comer" al Resucitado, presente en la forma del pan, como un
simple trozo de pan. Comer este pan es comulgar, es entrar en comunión con la
persona del Señor vivo.
Esta
comunión, este acto de "comer", es realmente un encuentro entre dos
personas, es un dejarse penetrar por la vida de Aquel que es el Señor, de Aquel
que es mi Creador y Redentor.
El
objetivo de esta comunión es la asimilación de mi vida con la suya, mi
transformación y configuración con quien es Amor vivo. Por ello, esta comunión
implica la adoración, implica la voluntad de seguir a Cristo, de seguir a quien
nos precede. Adoración y procesión forman parte, por tanto, de un único gesto
de comunión; responden a su mandato:
"Tomad
y comed".