La
Directora de Pastoral, Belén Lancellotti, nos invita a vivir activamente el Mes
de la Solidaridad, sumándonos como padres y apoderados a la serie de actividades
que los educadores del Instituto han organizado con los alumnos.
El
lema de este año es “Ser inclusivos nos hace ser más Solidarios”, una
invitación a meditar sobre el tema de la inclusión, a cuestionar las prácticas
de exclusión tan comunes en nuestra cultura, y a valorar la riqueza que aporta
lo diverso de cada persona al conjunto de la sociedad.
Para
conmemorar este mes tenemos dos convocatorias que nos unen como comunidad: la
“Caminata de la Solidaridad” y la “Cena de la Solidaridad Institutana”
La
Vicaría de la Esperanza Joven nos ha invitado a animar y organizar la Tercera
Estación: “La Riqueza de la Diversidad”, de la Caminata de la Solidaridad, que
estará ubicada en Alameda con Exposición.
Invitamos
a todos los padres y apoderados a reunirse con el delegado de pastoral de su
curso para poder organizar esta estación.
La
tradicional Caminata de la Solidaridad se realizará el sábado 23 de agosto y
nos reuniremos como comunidad Institutana en Cummings con Balmaceda, a las 13:30
horas.
“Cena de la
Solidaridad Institutana”
Nuestra
tradicional “Cena de la Solidaridad Institutana” se realizará el viernes 29 de
agosto, a las 19:30 horas, en el Gimnasio, donde se entregarán las frazadas que
cada curso donará y que irá en ayuda de distintos hogares que apadrina el
colegio.
“Vengan, la mesa
está servida y es para todos”
El
mes de la solidaridad, mes que celebramos al Padre Hurtado, somos invitados a
vivirlo en comunidad. Es un mes para preguntarnos en nuestra comunidad, cómo
estamos viviendo la opción preferencial por los pobres.
“Esta
opción está implícita en la fe cristológica en aquel Dios que se ha hecho pobre
por nosotros, para enriquecernos con su pobreza, es decir, quien desconoce al
pobre, desconoce al propio Cristo, porque todo lo que tenga que ver con Cristo,
tiene que ver con los pobres y todo lo relacionado con los pobres reclama a
Jesucristo”
La
vivencia de la Solidaridad, determinación firme y perseverante de empeñarse por
el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables
de todos, es un ejercicio cotidiano que nos constituye naturalmente en
comunidad.
Tenemos
ejemplos destacados en laicos y consagrados tales como San Alberto Hurtado, o
Don Enrique Alvear que desde su ministerio buscaron estar junto al que sufre y
muchas personas que en el día a día hacen solidaridad con pequeñas actitudes,
conductas y opciones de vida coherentes con el Evangelio.
Para
vivir estas actividades, queremos enfatizar las actitudes que Jesús nos muestra
en la figura del Buen Samaritano (Lc 10, 29-37), trabajando cada semana del
mes:
•
Salir de sí mismo: estar atentos al camino y a los que por él van, para
dejarnos conmover por el dolor del otro.
•
Acercarse al dolor del otro: Pasar de la compasión a cruzar la vereda y sentir
el sufrimiento del otro como propio, es la dimensión más profunda de la
comunión en el dolor que nos acerca a la experiencia de hermanos.
•
Hacerse cargo del otro: acompañando al otro en su dolor, ayudándole a sanar sus
heridas o aquello que lo tiene paralizado, para que pueda volver a ponerse de
pie y vuelva así a vivir su condición de hijo.
•
Amar a todos los hombres y mujeres en su dignidad de personas: La solidaridad
cristiana no busca que el otro cumpla méritos para acercarse y para amar a
quien está viviendo el dolor. La solidaridad ve al otro en su dignidad más
profunda, ve su condición de hijo e hija de Dios.