Me
quedo en Chile para que sigamos trabajando en la construcción de una democracia
madura, participativa, inclusiva y no de propiedad de unos pocos privilegiados
con acceso al poder, el dinero y la influencia.
Chile es el país donde gracias a
mis abuelos y padres nací y he crecido. De la mano de la Iglesia Católica me
fueron formando, muchos se han esmerado en ayudarme a ser mejor persona y
profesional. Es este el país donde encontré mi amor.
Me quedo en Chile porque este es mi
país que ha tenido una gran lealtad conmigo desde que nací y con nosotros como
familia, ya que nos permitió adoptar a cada uno de nuestros seis hijos y formar
así con Lorena nuestro hogar.
Me quedo en Chile porque aprendí desde pequeño, y en particular gracias a las enseñanzas de mi familia y colegio, que en este mundo estamos para servir a los demás y no para buscar nuestra propia seguridad y comodidad.
Me quedo en Chile porque tengo
muchos amigos y amigas, personas con las que nos juntamos y trabajamos, soñamos
y creamos, nos indignamos y comprometemos.
Me quedo en Chile para que sigamos
trabajando en la construcción de una democracia madura, participativa,
inclusiva y no de propiedad de unos pocos privilegiados con acceso al poder, el
dinero y la influencia.
Me quedo en Chile porque aspiro a
aportar en el reconocimiento de la dignidad de cada persona, un reconocimiento
efectivo y concreto que aporte paz y felicidad.
Me quedo en Chile porque creo
profundamente en la riqueza de toda su gente, desde el poblador al empresario,
los conozco y los admiro.
Me quedo en Chile y mientras más
difícil y compleja sea la tarea de sacar adelante nuestro país mejor. Para eso
me formaron mis padres y tantas personas, para eso estudié y me debo
principalmente a aquellos que lo pasan más mal en nuestra sociedad, ya que no
quiero una tranquilidad solo para mi núcleo familiar o mi grupo social, la
quiero para la totalidad de los habitantes de mi país.
Me quedo en Chile junto a mi esposa
y nuestros hijos. Quiero que sigan creciendo aquí para que ellos y ellas
colaboren desde su actuar con la construcción de un país mejor.
Me quedo y no aspiro a beneficios
ni a ningún crédito personal en lo que hago, es suficiente todo lo que ya he
recibido por la vida que me ha sido regalada en este gran país, quiero aportar
mi oración, mi compromiso, mi trabajo y mis impuestos.
Me quedo en Chile y en América
porque hay mucho trabajo por realizar en este continente tan desigual, violento
e inseguro, donde el sufrimiento de la mayoría de su población –y en particular
de los niños y niñas– aún sigue siendo inmenso.
No vendo nada ni dejo ningún
directorio, al contrario, tengo bastante ocupado mi día y me faltan horas para
poder colaborar en todo lo que queda por hacer, en todas esas obras
maravillosas que día a día se crean, en todas esas políticas públicas que nos permiten
ser más maduros y tener un mejor país para todos y todas donde efectivamente
nos sintamos y nos tratemos como hermanos.