Compartimos la reflexión de nuestra
Directora de Pastoral, Belén Lancellotti, sobre la Solemnidad de la Natividad
de San Juan Bautista, que celebramos hoy.
“Queridos Pastorales: junto con
desearles un lindo fin de semana en familia, les enviamos un pequeño documento
para que conozcamos un poquito más de nuestra fe.
La Iglesia celebra normalmente la
fiesta de los santos en el día de su nacimiento a la vida eterna, que es el día
de su muerte. En el caso de San Juan Bautista, se hace una excepción y se
celebra el día de su nacimiento. San Juan, el Bautista, fue santificado en el
vientre de su madre cuando la Virgen María, embarazada de Jesús, visita a su
prima Isabel, según el Evangelio.
Esta fiesta conmemora el nacimiento "terrenal" del Precursor. Es digno de celebrarse el nacimiento del Precursor, ya que es motivo de mucha alegría, para todos los hombres, tener a quien corre delante para anunciar y preparar la próxima llegada del Mesías, o sea, de Jesús. Fue una de las primeras fiestas religiosas y, en ella, la Iglesia nos invita a recordar y a aplicar el mensaje de Juan".
El
Nacimiento de Juan Bautista
Isabel, la prima de la Virgen María
estaba casada con Zacarías, quien era sacerdote, servía a Dios en el templo y
esperaba la llegada del Mesías que Dios había prometido a Abraham. No habían
tenido hijos, pero no se cansaban de pedírselo al Señor. Vivían de acuerdo con
la ley de Dios.
Un día, un ángel del Señor se le
apareció a Zacarías, quien se sobresaltó y se llenó de miedo. El Arcángel
Gabriel le anunció que iban a tener un hijo muy especial, pero Zacarías dudó y
le preguntó que cómo sería posible esto si él e Isabel ya eran viejos. Entonces
el ángel le contestó que, por haber dudado, se quedaría mudo hasta que todo
esto sucediera. Y así fue.
La Virgen María, al enterarse de la
noticia del embarazo de Isabel, fue a visitarla. Y en el momento en que Isabel
oyó el saludo de María, el niño saltó de júbilo en su vientre. Éste es uno de
los muchos gestos de delicadeza, de servicio y de amor que tiene la Virgen
María para con los demás. Antes de pensar en ella misma, también embarazada,
pensó en ir a ayudar a su prima Isabel.
El ángel había encargado a Zacarías
ponerle por nombre Juan. Con el nacimiento de Juan, Zacarías recupera su voz y
lo primero que dice es: "Bendito el Señor, Dios de Israel".
Juan creció muy cerca de Dios.
Cuando llegó el momento, anunció la venida del Salvador, predicando el
arrepentimiento y la conversión y bautizando en el río Jordán.
La predicación de Juan Bautista
Juan Bautista es el Precursor, es decir, el enviado por Dios para prepararle el
camino al Salvador. Por lo tanto, es el último profeta, con la misión de
anunciar la llegada inmediata del Salvador.
Juan iba vestido de pelo de
camello, llevaba un cinturón de cuero y se alimentaba de langostas y miel
silvestre. Venían hacia él los habitantes de Jerusalén y Judea y los de la
región del Jordán. Juan bautizaba en el río Jordán y la gente se arrepentía de
sus pecados. Predicaba que los hombres tenían que cambiar su modo de vivir para
poder entrar en el Reino que ya estaba cercano. El primer mensaje que daba Juan
Bautista era el de reconocer los pecados, pues, para lograr un cambio, hay que
reconocer las fallas. El segundo mensaje era el de cambiar la manera de vivir,
esto es, el de hacer un esfuerzo constante para vivir de acuerdo con la
voluntad de Dios. Esto serviría de preparación para la venida del Salvador. En
suma, predicó a los hombres el arrepentimiento de los pecados y la conversión
de vida.
Juan reconoció a Jesús al pedirle
Él que lo bautizara en el Jordán. En ese momento se abrieron los cielos y se
escuchó la voz del Padre que decía: "Éste es mi Hijo amado...". Juan
dio testimonio de esto diciendo: "Éste es el Cordero de Dios...".
Reconoció siempre la grandeza de Jesús, del que dijo no ser digno de desatarle
las correas de sus sandalias, al proclamar que él debía disminuir y Jesús
crecer porque el que viene de arriba está sobre todos.
Fue testigo de la verdad hasta su
muerte. Murió por amor a ella. Herodías, la mujer ilegítima de Herodes, pues
era en realidad la mujer de su hermano, no quería a Juan el Bautista y deseaba
matarlo, ya que Juan repetía a Herodes: "No te es lícito tenerla". La
hija de Herodías, en el día de cumpleaños de Herodes, bailó y agradó tanto a su
padre que éste juró darle lo que pidiese. Ella, aconsejada por su madre, le
pidió la cabeza de Juan el Bautista. Herodes se entristeció, pero, por el
juramento hecho, mandó que le cortaran la cabeza de Juan Bautista que estaba en
la cárcel.
¿Qué
nos enseña la vida de Juan Bautista?
Nos enseña a cumplir con nuestra
misión que adquirimos el día de nuestro bautismo: ser testigos de Cristo
viviendo en la verdad de su palabra; transmitir esta verdad a quien no la
tiene, por medio de nuestra palabra y ejemplo de vida; a ser piedras vivas de
la Iglesia.
Nos enseña a reconocer a Jesús como
lo más importante y como la verdad que debemos seguir. Nosotros lo podemos
recibir en la Eucaristía todos los días.
Nos hace ver la importancia del
arrepentimiento de los pecados y cómo debemos acudir con frecuencia al
sacramento de la confesión.
Podemos atender la llamada de Juan
Bautista reconociendo nuestros pecados, cambiando de manera de vivir y
recibiendo a Jesús en la Eucaristía.
El examen de conciencia diario
ayuda a la conversión, ya que con éste estamos revisando nuestro comportamiento
ante Dios y ante los demás.