FUENTE: Diario El Páis.
El esfuerzo, la fuerza de la voluntad debería convertirse en uno de los pilares en la educación emocional de nuestros hijos. La cultura del esfuerzo nos educa en la determinación de nuestra voluntad y la perseverancia. Fortalece nuestra tenacidad, nos enseña a ser resilientes, a asumir responsabilidades y a afrontar las adversidades con optimismo y realismo.
Educar en la cultura del esfuerzo es fomentar el ser en lugar del tener. Es enseñar que el esfuerzo continuo te acerca a los objetivos, te ayuda a evolucionar como persona y madurar. No hay nada más reconfortante en esta vida que sentir la satisfacción que has conseguido aquello que deseabas gracias a la tenacidad y a las ganas.
¿Cómo podemos educar a nuestros hijos en la cultura del esfuerzo?
- Dándoles mil y un motivos para esforzarse, planteándoles pequeños retos diarios. Ayudándoles a identificar sus ilusiones y metas, a buscar la motivación explicándoles que cada dificultad fortalece, que cada logro engrandece el alma. A dominar la impaciencia y la impulsividad.
- Demostrándoles a diario nuestro amor incondicional y confianza. Ofreciéndoles nuestra paciencia y afecto, valorándoles todo aquello que consiguen, empoderándoles con palabras que alienten y regalándoles el tiempo que necesitan para aprender.
- Explicándoles que la perseverancia es la virtud por la cual las otras virtudes dan su fruto, donde la práctica diaria se convierte en el mejor de los maestros. Educándoles en valores tan importantes como el respeto, el agradecimiento y la honradez.
- Educándoles desde el ejemplo con nuestra actitud ante la vida. Contagiándoles nuestra energía, optimismo, voluntad diaria por conseguir lo que deseamos. Mostrándonos perseverantes ante nuestros retos y eliminando las quejas de nuestro lenguaje.
- Explicándoles que las dificultades y los fracasos se convierten en grandes oportunidades para aprender. Enseñándoles a comprometerse con sus sueños, especialmente cuando las cosas se compliquen.
- Hablándoles del éxito bien entendido, ese que se logra esforzándose a diario, siendo valiente y apasionado. El éxito que te permite disfrutar de lo cotidiano y no está relacionado con el poseer, sino con el ser.
- Ayudándoles a gestionar las emociones correctamente, a dominar la indecisión y paciencia, a dominar el mar humor o la tristeza cuando las cosas se tuercen. A no depender de la buena suerte sino del trabajo y el empeño.
- Enseñándoles a estar orgullosos de su esfuerzo, de sus logros diarios, de todo aquello que consiguen. A elegir los mejores aliados para recorrer el camino, personas que les hagan mejores, que remen en la misma dirección y les alienten a seguir adelante.
- Potenciándoles la autonomía, la toma de decisiones y el autoconocimiento. Enseñándoles a mirarse con respeto y realismo, a no tener la necesidad de ser perfectos o depender de las valoraciones de los demás.
- Estableciendo expectativas adecuadas hacia ellos, niveles de exigencia adecuados que les hagan sentir queridos y valorados. Reforzándoles el proceso sin centrarse únicamente en los resultados.